Entiendo la psicoterapia como un acto de encuentro y profundización entre dos personas, en el que el terapeuta acompaña al/la cliente en su proceso de encontrarse o de reencontrarse, de superar los obstáculos que la vida le propone, de desafiarse…de crecer. Así, entre ambos se crea una historia, un vínculo particular y diferente, comprometido y plenamente humano.
Y para mí, la mejor manera de hacerlo es con la mirada y el espíritu de la Psicoterapia Integradora Humanista, desde su mirada lúcida, holística y profundamente humana, a la vez que efectiva. Una psicoterapia que me ha permitido integrar mi formación, de tipo cognitivo, otorgándole más profundidad y riqueza.
Ahora, con el recorrido que me dan los más de 15 años que llevo trabajando desde este modelo, agradezco a la vida el haber puesto en mi camino el Instituto Erich Fromm y sus creadores, Ana Gimeno-Bayón y Ramón Rosal, figuras que me inspiran terapéuticamente y lo más importante: humanamente.